Todos los emperadores de Roma han dado gran valor a los juegos y espectáculos, pero solo uno se baja del palco imperial y pisa la arena: Cómodo. Totalmente diferente a su padre, el gran emperador Marco Aurelio, no tarda en crearse enemigos, en especial un órgano de élite, el Senado. Cuando el imperio empieza a desmoronarse y la popularidad de Cómodo cae en picado, se disputa un juego letal del gato y el ratón con el gran anfiteatro de Roma como escenario.